¿Es bueno el preservativo para evitar abortos y ETS?

por | 29 de noviembre de 2022
Preservativo

Alejandro María Lino

En 1990, el ministerio de salud pública lanzó una campaña publicitaria en favor del preservativo, promoviendo su uso con el popular eslogan de “Póntelo, Pónselo”. 

La mayoría de la gente se puso inmediatamente o a favor o en contra de dicha campaña. Las personas con unos principios conservadores empezaron a criticarla duramente mientras que una parte considerable de la sociedad se puso a favor, generando un debate en muchos ámbitos y en todos los medios.

Sin embargo, pocos daban argumentos racionales para defender su posición. Esto se debía en gran parte a que nadie había hecho estudios serios sobre el tema en ese momento, y fue en los 90 cuando se empezó a investigar en serio la eficacia del preservativo como medio de prevención de todos los males que pueden derivar del sexo.

Por eso, en este artículo voy a tratar de abordar éste problema con argumentos racionales, tanto a favor del preservativo como en contra.

¿Es bueno usar preservativos?

Para saber si un gobierno debería recomendar el uso del preservativo lo primero sería determinar si es bueno o no. Una vez concretado si el preservativo es bueno, la decisión de si el país debería recomendarlo o no es sencilla.

El argumento que más se usa a la hora de defender el uso del preservativo es el de que protege contra las infecciones de transmisión sexual (ITS). La respuesta a este argumento es simple: No protege contra todas las enfermedades, y en los casos en los que protege, no lo hace totalmente, sino de una forma parcial. 

Además, se crea el fenómeno conocido como “compensación de riesgo”, que consiste en que aunque haya más población que utilice preservativo y el porcentaje de infecciones por cada relación sexual mantenida disminuya, se crea un falsa sensación de seguridad en la población, lo que provoca una mayor precocidad y una mayor promiscuidad.

Como resultado, a pesar de que porcentualmente, el numero de infecciones disminuye, al aumentar mucho el número de relaciones mantenidas, el número total de infecciones aumenta.

Por el contrario, en las últimas dos décadas, se ha desarrollado una estrategia eficaz al 100% para la prevención del contagio de ITSs, la denominada estrategia ABC.

La estrategia ABC

El programa “ABC” de prevención de enfermedades de transmisión sexual tiene su origen en el Catholic Relief Services (CRS) de Estados Unidos. Cada una de las letras representa una palabra envuelta en todo su significado. La letra “A” significa “abstinence” (abstinencia), la “B” corresponde a “be faithful” (sé fiel) y por último, la “C” representa “condom use” (uso de preservativo). 

En la práctica, se recomienda a los más jóvenes  que retrasen el inicio de sus relaciones sexuales y que eviten tener relaciones sexuales esporádicas. Con la continencia y el retraso en la precocidad de las relaciones sexuales se evita el riesgo de contagio de ITSs, pues se disminuye el número de contactos sexuales y se busca que los jóvenes tengan una mayor madurez física y psíquica. La promoción de esta primera medida precisa de una enculturación de nuevos hábitos que deben ser transmitidos por los padres y conviene que sean reconocidos socialmente. 

Un defensor del preservativo podría argumentar que ésta es un táctica lenta, y que es complicado implementar hábitos nuevos en una sociedad, por lo que, a corto plazo, es mejor promover la utilización del preservativo del modo en el que lo hizo la campaña “póntelo, pónselo”. 

Sin duda, el preservativo  es una solución más rápida que la estrategia ABC, sin embargo, a largo plazo resulta extremadamente ineficaz, como ya se está comprobando en muchos países occidentales que apostaron por la estrategia del preservativo. Además ya se ha demostrado que cuando algo se demuestra científicamente, no cuesta demasiado concienciar a la población y hacerla cambiar de hábitos (incluso llegan a cambiarse las leyes civiles). 

Un buen ejemplo de cambio de mentalidad en la sociedad es el del tabaco. Desde que se demostró que el tabaco es adictivo y perjudicial para la salud, ha habido un cambio total de la mentalidad de la población hacia el consumo de tabaco en un período muy breve de tiempo. Hemos pasado de aceptar socialmente el tabaco a prohibirlo en casi todos los sitios públicos mediante la modificación del código civil. Además, esto no es un fenómeno aislado, sino que se ha dado a escala global. 

Al contrario de lo que ocurre con el preservativo, tenemos ejemplos de la eficacia de la estrategia ABC, en países de África que han llegado a reducir considerablemente el porcentaje de población con ITSs en un período tiempo relativamente corto. 

La fidelidad representa la recomendación de mantener relaciones sexuales mutuamente monógamas con una persona no infectada, y si lo está, el hecho de ser fiel evitará que la infección no se convierta en epidemia.  No obstante, existen sociedades donde se debe hacer mayor sensibilización de la población concienciándola para que impidan tener múltiples contactos y disminuya la probabilidad de propagación de ITSs. Éste podría ser el caso de las sociedades polígamas, por ejemplo.

Finalmente, se recomienda el uso de preservativos en el caso de que una persona decida no  seguir las recomendaciones “A” o “B”, advirtiendo de que no eliminan del todo el riesgo de contagio.

A pesar de que el programa “ABC” contempla el uso de preservativo como una posibilidad, no se recomienda adoptarlo como medida principal, ya que sólo reduce el contagio, no lo evita. Además, la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en éste tema es la de seguir el programa “ABC”, contrariamente a lo que incita la campaña del “póntelo, pónselo”.

El mayor beneficio de la estrategia “ABC” se daría si recibiera un mayor apoyo de las instituciones y la Salud Pública a los componentes “A” y “B”, con el fin de potenciar las conductas de “evitación del riesgo” (que consiste en estrategias que evitan todo riesgo, no solo se limitan a reducirlo) de contagio, porque el uso del preservativo sólo “reduce el riesgo de contagio” (De Irala, Hanley y López, 2009:15-16). 

La ciencia recomienda la estrategia ABC

En el año 2004  se publicó en la revista The Lancet un consenso internacional que abogaba por una valiente reorientación de la lucha contra el sida. Este consenso insistía en la necesidad de dar más prioridad al mensaje de la conveniencia de retrasar el inicio de las relaciones sexuales cuando nos dirigimos a jóvenes e incluso que es mejor que dejen de tenerlas si ya hubiesen comenzado. Se defendía la conveniencia de la conducta de evitación del riesgo, aunque se ha puesto muy poca atención y prácticamente no se ha dirigido ningún recurso a las intervenciones de  cómo alentar el retraso del inicio de las relaciones sexuales o las relaciones sexuales mutuamente monógamas (componentes «A» y «B»). 

Con todo, la evidencia científica indica que la  evitación del riesgo  probablemente, se necesita desesperadamente para frenar la epidemia de ITS que hay en el mundo (especialmente la de SIDA) y para aliviar sus consecuencias a todos los niveles (López del Burgo, 2008:543). 

Se ha estimado que si se hubiese llevado a cabo la estrategia ABC en 1996 a nivel mundial, hoy en día habría 6 millones menos de personas infectadas por el VIH (SIDA) (De Irala, Hanley y López, 2009:93). A tenor de las claras dimensiones éticas  en la transmisión del VIH/SIDA, las soluciones apuntan hacia el apoyo unánime de las medidas “ABC”, avalado por las evidencias científicas (De Irala, Hanley y López, 2009:18). 

Un ejemplo de los resultados obtenidos se ha dado en Uganda  ,  donde la aplicación de la estrategia “ABC” ha comportado un cambio en las actitudes y comportamientos que han conducido al país a una rápida disminución de la prevalencia de ITSs, a pesar de las razones culturales. Uganda pasó de tener un 15% de infectados de VIH en 1991 a un 5 % en 2001 (Hogle et al., 2002). Este país presentó un incremento de la proporción de jóvenes que retrasaban el inicio de sus relaciones sexuales, un aumento de la virginidad entre los ugandeses de 15 a 19 años, junto con un descenso de las   relaciones sexuales esporádicas (De Irala, Hanley y López, 2006:35).

¿Cuál es la mejor estrategia?

En vista de todo éstos resultados, se puede apreciar claramente que es más efectivo apostar por una estrategia “ABC”, que por la promoción del preservativo sin más. A pesar de todo, aún cabría una duda a los defensores de la estrategia publicitaria enfocada al preservativo, y es: “Si la estrategia ABC evita el riesgo de infección, y el preservativo sólo lo reduce, ¿Por qué no promover ambas?”.

Promover ambas estrategias tiene dos inconvenientes grandes, aún sin contar los costes económicos que supondría llevar a cabo ambas campañas.

El primer inconveniente es que, en cierto modo, el uso del preservativo ya está incluido en la estrategia “ABC”; no como elemnto principal, ni siquiera como un elemento muy recomendable, pero está incluido en los casos en los que no se quiera seguir las indicaciones “A” o “B”. Por lo tanto, lanzar ambas campañas sería repetir el mismo mensaje (con matices distintos, pero el mismo a fin de cuentas).

El segundo inconveniente es que un país no puede adoptar ambas posiciones sin contradecirse. En la estrategia “ABC”, el preservativo no es algo recomendable; se advierte de que se utilice sólo en los casos en los que se tengan relaciones con parejas no estables (es decir, relaciones con desconocidos, o si se cambia de pareja sexual con una cierta frecuencia). Sin embargo, en campañas del estilo de “Póntelo, pónselo” la campaña se centra en el preservativo, en transmitir la idea de que es bueno, seguro y fiable. 

Como se ve, no es posible lanzar al mismo tiempo dos campañas publicitarias como éstas sin contradecirse. Además, las campañas como “Póntelo, pónselo” cometieron en España un grave error que se está pagando caro ahora: promovieron el preservativo con publicidad engañosa.

Por ejemplo, aseguraban que “evita el riesgo” (como se ve en la imagen del anuncio, en el que tachan una larga lista de ITSs, dando a entender que el preservativo protege contra ellas totalmente), cuando está demostrado (e incluso viene en el prospecto de cualquier caja de preservativos) que como mucho, reduce el riesgo de algunas infecciones. 

Otro de los argumentos que se suele utilizar para promover el preservativo es el de que evita el embarazo. A día de hoy, la eficacia del preservativo a la hora de evitar embarazos es del 90%, lo que significa que 10 de cada 100 relaciones mantenidas con preservativo resultan en un embarazo (Pérez, 1995:552). Aún así, ésta cifra no es del todo exacta, debido a lo siguiente:

La mujer es fértil veinticuatro horas al mes, debido a que ése es el tiempo que el óvulo permanece vivo dentro de la mujer. Además, los espermatozoides permanecen hasta tres días dentro del cuerpo de la mujer antes de morir. Si se suman éstas cantidades, obtenemos que la mujer tiene riesgo de embarazo unos cuatro días al mes. 

Por lo tanto, de cada 100 relaciones mantenidas con preservativo, un número no pequeño de ellas no tenían ningún riesgo de embarazo. Probablemente si se hiciese un estudio de la eficacia del preservativo observando únicamente relaciones mantenidas dentro de la ventana de cuatro días en la que la mujer es fértil, ésta sería mucho menor.

Para concluir, si un gobierno adopta una postura a favor del preservativo, está dando por sentado que los jóvenes de su país son incapaces de controlarse, por lo que hay que minimizar el riesgo repartiendo algún tipo de paliativo (el preservativo). Sin embargo, si toman la vía del “ABC”, les está enseñando a controlarse mejor y a evitar el riesgo de contagio.

BIBLIOGRAFÍA

 IRALA, J.; HANLEY, M. et LÓPEZ, C.: Propóntelo, propónselo. Evitar el Sida. 2ª edición. Ediciones Internacionales Universitarias , S. A. Madrid, 2009.

López del Burgo, C.: Prevención equitativa del SIDA. Cuadernos de Bioética, XIX, 2008/3ª.

Benedicto XVI: Discurso de su Santidad Benedicto XVI en su visita a Camerún y Angola. Marzo de 2009.

Green, EC., Alperin DT., Nantulya, V., Hogle, JA.: “Uganda’s HIV Prevention Success: The Role of Sexual Behaviour Change and the National Response”. AIDS Behav 2006; 10; pp. 335-346 en De Irala, J., Hanley, M., López, C.: Propóntelo, propónselo. Evitar el SIDA. EIUNSA. Pamplona 2006.

Hogle, J., Green, E., Nantulya, V., Stoneburner, R., Stover, J.: What happened in Uganda? USAID, 2002.

Green, E.: “Testimonio ante el subcomité africano del Senado de UU”. 2003b en De Irala, J.

Halperin, D. et al.: The time has come for common ground on preventing sexual transmision of HIV. The lancet Vol. 364, November 27, 2004, pp. 1913-1915, Disponible en: www.thelancet.com

Pérez, A.: Ginecología Publicaciones Técnicas Mediterráneo, Santiago de Chile 1995.

Imagen del artículo: ©Towfiqu barbhuiya en Unsplash