Fuente: MercatorNet 9.ENE.2019
Conseguir una buena forma física es uno de los propósitos más populares de año nuevo. Pero ¿por qué no plantearse también algún cambio interior? Es lo que hace Daan van Schalkwijk, profesor de biología en la Universidad de Ámsterdam, en un original artículo en el que acude a la filosofía helenística para afrontar la vida con menos estrés.
Tras Platón y Aristóteles, explica en MercatorNet, apareció una generación de filósofos que, aunque con planteamientos materialistas, tuvieron “intuiciones éticas profundas”. Daan van Schalkwijk destaca tres escuelas –escépticos, estoicos y epicúreos– que afrontaron un problema común: “La importancia de la ataraxia; es decir, la ausencia de turbación, la tranquilidad de espíritu y la serenidad”.
Ninguna de las respuestas que dieron esas escuelas convencen a Daan van Schalkwijk, que ve en la quietud absoluta una utopía. Pero de todas extrae una enseñanza para lograr la necesaria paz interior en una era de agitación.
“Primera lección: no juzgar demasiado rápido”. Los escépticos negaban la capacidad de los seres humanos para conocer la realidad, lo que al articulista le parece erróneo. “Aunque esta postura va demasiado lejos, porque hay cosas que realmente podemos saber (de lo contrario, el progreso científico no habría sido posible, por ejemplo), es cierto que a menudo pensamos que sabemos más de lo que realmente sabemos”. En ese sentido, refrenar la tendencia a opinar de todo, ahorra disgustos.
La segunda enseñanza viene de los estoicos: “Aceptar las cosas y a las personas como son”. El determinismo de estos filósofos les llevaba a pensar que la paz interior venía como consecuencia de “aceptar siempre el destino, en lugar de resistirlo”. Al profesor de la Universidad de Ámsterdam esta creencia le parece errónea, pues “no tiene en cuenta la noción de libre albedrío ni la de una providencia amorosa”. Sin embargo, frente a la ansiedad de quienes exigen una realidad demasiado perfecta para ser felices, considera que la aceptación de las limitaciones es un paso necesario para tratar de mejorar la realidad… cuando de verdad sea preciso cambiarla.
“Tercera lección: disfrutar”. Frente a una interpretación excesivamente materialista del epicureísmo, Daan van Schalkwijk recuerda que el Jardín de Epicuro era un espacio creado no para satisfacer los placeres mundanos, sino para escapar del bullicio de la urbe y, en el delite de las conversaciones filosóficas, encontrar la serenidad. “De nuevo, esta postura es demasiado radical –si todos viviéramos así, nuestra sociedad no podría funcionar–, pero contiene una enseñanza valiosa: encontrar el tiempo y el lugar para disfrutar de la paz interior es una habilidad importante”.
Los filósofos helenísticos también se equivocaron al pensar que la tranquilidad es una meta. En realidad, sostiene Daan van Schalkwijk, “es un gran punto de partida”, que dispone mejor a afrontar las adversidades y que permite abrirse a los problemas de los demás. “Tener paz interior nos ayuda a separarnos de las cosas sin importancia que reclaman nuestra atención. Eso es importante, pero solo como un paso hacia la siguiente fase: conectar con lo que realmente es importante”.
Como cualquier propósito de año nuevo, la conquista de la paz interior requiere concreción. Daan van Schalkwijk propone encontrar tiempos sin interrupciones para hablar con la familia y los amigos; para concentrarse a fondo en un trabajo importante; y para reflexionar sobre nuestras prioridades vitales, a través de la meditación o la oración.