Por mariazell – 30 noviembre, 2018
Buenos días, mi nombre es Pablo España y soy un joven como tantos otros que vive, trabaja y busca respuestas. Pero para buscar respuestas primero tenemos que hacernos las preguntas adecuadas, que siempre van en la dirección de encontrar un sentido último a nuestras vidas. ¿Quién soy? ¿Quién quiero ser? ¿Qué quiero construir en mi vida? ¿Una familia, una carrera, unas amistades? ¿Amor o dinero? ¿Realidad y verdad o fantasía y mentira de redes sociales? ¿Compromiso o miedo? ¿Quiero ser yo mismo o quiero copiar lo que hacen otros o lo que manda la sociedad? Cuando tenga 70 años y vuelva la vista atrás, ¿qué me gustaría ver? ¿Quiero sólo tener o sobre todo quiero ser?
Para poder llegar a hacerme este tipo de preguntas, me gustaría empezar contando que cuando tenía 16 años empecé a huir. Esta huida ha durado hasta mis 26 años. Mis padres, tomaron la decisión de separarse y aunque yo no era consciente, ahí empezó un dolor que no afronté y que ahora, gracias a Dios, estoy entendiendo y sanando.
Las huidas, en mi caso, se concretaban en cuatro puntos: no estar en casa, el alcohol, las relaciones con chicas y la búsqueda y dependencia de la popularidad.
Al no estar en casa pude haber aterrizado en hábitos muy destructivos, pero en mi caso se tradujo, por suerte, en empezar desde muy pequeño a trabajar (de camarero de catering, de conductor de eventos, etc.). Eso sí, los findes, como no trabajaba, lo pasaba fuera de casa. Y el único momento en el que estaba en casa, los domingos, sentía un vacío y soledad muy fuertes. Después de toda la semana huyendo, mi realidad me alcanzaba los domingos.
Respecto al alcohol, lo traduciría como que de lunes a jueves yo era de un modo (no bebía una gota e iba de misa al trabajo y del trabajo, tarde, a casa) y de viernes a domingo de otro. Salía y bebía para poder seguir escapándome de mi pepito grillo, de mi conciencia. Dos veces a la semana me excedía con el alcohol. Y al final, más de lo mismo, vacío y soledad.
En cuanto a las relaciones con chicas, algunas eran esporádicas (¡qué vacío, qué tristeza, qué falta de respeto a ellas y a mí mismo!) y otras mucho más formales, pero ¿cómo iba yo a querer si no me quería a mí mismo y no había experimentado el amor de Dios? El amor es otra cosa. No es una huida, sino un encuentro; no es sólo recibir, sino dar. No es un capricho, sino un compromiso; no está centrado en el yo, sino en el tú.
La popularidad: El drama de las redes sociales a día de hoy. Llegué a crear un perfil “falso”. Me generó esclavitud y dependencia de la opinión de los demás. Vivía una doble vida, una mentira. Con mucho trabajo, he entendido, que ahí también había vacío y soledad.
Pero claro, Dios, como instrumento que soy suyo, tenía planes mejores para mí.Un día no pude más y tuve que pedir ayuda. Y ahí estaba él, mi mentor, abriéndome la puerta y con una sonrisa, me abrazó y me dijo: Llevo esperando este día mucho tiempo, tranquilo y confía, esto es el comienzo de tu nueva vida.
Y ahí es cuando empiezo a ver que debo cambiar de vida y SER QUIEN DE VERDAD QUIERO SER.
Eso sí, la primera caída me hizo reaccionar y comenzar a luchar, pero no del todo; volvía en ocasiones a las andadas. Y es que el 22 de octubre de 2017, fiesta de San Juan Pablo II, me volví a caer. Pero esta vez hasta me asusté. Y mucho. Colapsé en mitad de la calle y acabé en urgencias, solo y con convulsiones. Estuve ingresado y, después de muchas pruebas al final…todo bien. Pasé la experiencia del miedo a morir en Urgencias. Me doy cuenta de que es un codazo de Dios para decirme: venga, Pablete, reacciona.
Y a la vez, tras este miedo que me duró hasta este verano, también empecé a sentir las caricias de Dios. Empezaron a pasarme lo que yo llamo “cosas raras”, benditas casualidades que no pueden serlo, acontecimiento, frases, libros, personas…cosas geniales que te pasan cuando estás en gracia de Dios.
Y es que ahora me gustaría hablar sobre mi nueva vida: En primer lugar, empiezo a vivir mis fines de semana, a acostarme pronto, a madrugar, a desayunar, a pasear, a ser persona, a disfrutar el sol de la mañana, frente a la oscuridad de la noche; descubro la libertad que me da ser el mismo de lunes a lunes y la paz que ahora irradio, con mis caídas y defectos, en mi familia, donde antes era fuente de conflicto. Descubro lo genial que es estar en gracia. La gracia existe, es real, yo lo he vivido y es una maravilla, que te llena de verdadera paz y verdadera alegría. Descubro el amor de Dios que me ha guiado con paciencia hasta donde estoy.
Estar en gracia es ser libre; el pecado es la esclavitud, dominarse es ser libre; dejarse llevar es ser esclavo. La verdad, sobre ti mismo, sobre las cosas y sobre los demás, te hace libre. La mentira, sobre ti mismo, sobre las cosas y sobre los demás, te hace esclavo.
Descubro que los Diez Mandamientos no son unas imposiciones sino el manual de instrucciones del ser humano para ser feliz, una guía de paz interior y alegría. Descubro que se puede caer y se cae, pero lo importante es volverse a levantar sin perder la esperanza ni la sonrisa. ¡LEALTAD CON ALEGRÍA!
Pablo España