Ya he publicado una reseña de las webs del doctor Majeres, pero ahora me gustaría explicar la idea que más me ha llamado la atención a la hora de hacer sus programas.
Siguiendo a los conductistas y cognitivistas del siglo XX, según Majeres cuando tenemos un problema que nos genera una cierta ansiedad, una de las reacciones naturales es huir. Esta actitud nos suele parecer prudente, por ejemplo si uno es alcohólico es mejor que no se acerque mucho a los bares; si tiene que estudiar se aleja de la vídeoconsola; si está a dieta, mejor que no se acerque a la nevera; si me cuesta tratar a una determinada persona, mejor es que no me cruce con él, etc. El razonamiento que hay detrás de esta actitud viene a decir: las cosas que resultan problemáticas es mejor que estén lejos.
Pues bien, aunque este consejo es bastante acertado para muchas de las situaciones de la vida en general, puede ser una recomendación contraproducente cuando una persona tiene especiales dificultades para superar un comportamiento arraigado (no hace hace falta que llegue a ser adictivo). Por ejemplo puede ser una mala opción cuando uno se estresa o se enfada con frecuencia con algo que no merece tanta atención. Explicaré porqué.
Cuando uno siente una amenaza, es decir, cuando se estresa o tiene miedo ante una sitación, suele ser porque en ocasiones parecidas se acabaron haciendo cosas que no se deseaban del todo. Siguiendo con los ejemplos anteriores, dadas unas circunstancias determinadas, uno finalmente acabó volviendo a beber, a no estudiar, a comer demasiado, o a enfadarse con un vecino. Así es como poco a poco vamos entrenando a nuestro cerebro para que nos dé la señal de alarma cuanto antes. Es bueno y natural que nuestro cerebro actúe así, pues nos sirve para protegernos de muchas cosas. Sin embargo, también tiene un riesgo: que nuestro cerebro aprenda a temer muchas situaciones que en sí mismas no entrañan especial riesgo. Es decir, para la mayoría de personas ver una cerveza, una televisión, una nevera, o a una persona concreta no implica especiales dificultades, pero para una persona con malos recuerdos en este tipo de situaciones, puede estresarse o sufrir demasiado. Hasta aquí nada nuevo.
Lo que sí es más novedoso es tratar de cambiar nuestra mentalidad a la hora de enfrentarnos a nuestras grandes dificultades. Esta es la propuesta de Majeres. En lugar de huir, lo mejor sería tratar de enfrentarnos a esa situación directamente.
¿Por qué? te preguntarás.
Pues porque si te enfrentas a la situación y eres capaz de superarla una vez, poco a poco adquirirás confianza y facilidad para hacerlo en otras ocasiones. Esto es parte de lo que Aristóteles describía como la adquisición de virtudes, es decir, hábitos construidos a base de repetir actos, cuando en ellos está incluída la libertad y la intencionalidad de lo bueno, lo bello y lo verdadero. Y sus efectos siguen siendo los mismos que explicó en su Ética a Nicómaco: facilidad y gusto por aquello que se hace. Por ejemplo, la persona generosa lo es sin especial esfuerzo y disfruta en gran medida siéndolo; aquel que es tacaño hace actos de generosidad tras mucho más esfuerzo y disfruta poco al hacerlos. Y lo mismo le ocurre a la persona templada, laboriosa, puntual, etc. Aquí puedes ver un texto de Majeres que explica esto más despacio.
Si por el contrario siempre se evitan las situaciones difíciles, quizá uno sortee algunos obstáculos, pero seguirá sin solucionar el problema. Veamos un ejemplo muy común. Hoy día muchas personas que advierten que utilizan mucho el móvil, se instalan aplicaciones para limitar su uso, pero lo cierto es que o uno se enfrenta a la situación de autocontrolarse con el móvil o siempre cederá con facilidad a sus antojos ante las pantallas. En definitiva, o uno tiene virtudes o no será realmente libre para hacer lo que quiera.
Ahora bien, esta estrategia de enfrentarse al toro a cuerpo descubierto solo es posible llevarla a cabo con éxito si el interesado está convencido y animado para hacerlo, de lo contrario, como es lógico acabará de nuevo cediendo ante sus inclinaciones con facilidad. Lo bueno de los cursos de Majeres es que animan a enfrentarse a situaciones difíciles incluso a personas que han perdido la esperanza de recuperarse.
Para ello, divide su método en varios módulos para que el lector vaya adquiriendo poco a poco los hábitos que necesita para mejorar. En total calculo que un curso completo puede llevar unas 15 horas. Evidentemente habrá módulos que unos prefieran practicar más y otros menos, pero lo esencial desde mi punto de vista es entender el capítulo que él llama «reframing». Podríamos traducirlo como esta especie de reenfoque o replanteamiento de la forma en que nos enfrentamos a nuestros miedos. Si uno adquiere facilidad para hacerlo habrá dado un paso de gigante para adquirir mejores habilidades.
Antes de acabar, me gustaría explicar que este modo de abordar los problemas me ha recordado mucho al que proponía Allen Carr en su famosísimo libro Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo. Su método resultó tan exitoso que lo ha ido aplicando a todo tipo de situaciones: el alcohol, las drogas, el sobrepeso, el miedo a volar, las apuestas y hasta el endeudamiento. La lógica que sigue en todos las situaciones es la misma: ilusionar a la persona que tiene una dificultad con la idea de superarla y lo fácil que sería si de verdad quisiera hacerlo; y como es lógico, para superar un obstáculo lo que hay que hacer es enfrentarse a algo cuanto antes y cuanto más veces mejor. Así uno desarrolla la musculatura necesaria para superar los problemas sin apenas esfuerzo y difrutando el proceso. Facilidad y gusto, lo que decía Aristóteles.
Espero que estas líneas te animen a hacer alguno de los programas del doctor Majeres. Aprenderás mucho sobre ti, mejorarás tus hábitos y aumentarás tu capacidad de ser feliz. ¡Ahí es nada!
Ya sabes, solo se trata de adquirir una lógica que te lleve a desear de modo natural que si tienes miedo a las alturas lo mejor que puedes hacer es apuntarte a un curso de vuelo sin motor 😉