Campo semántico Platón

por | 5 de enero de 2015

I. Teoría del conocimiento

1. Idea

Las Ideas (eidos) en Platón son  ”esencias“, es decir, “aquello por lo que una cosa (particular) es lo que es”. Así, la Idea de la belleza es la Belleza en-sí, y “aquello-por-lo-que” las cosas son bellas. Las cosas particulares son lo que son porque “participan” o “imitan” a las Ideas. Estas no existen en las cosas sino en un mundo aparte, el mundo inteligible o mundo de las ideas. Las Ideas son verdaderas “sustancias” que gozan de las características del Ser de Parménides: cada Idea es única, eterna e inmutable. Las Ideas se encuentran jerarquizadas: la Idea suprema es la Idea del Bien; luego, las Ideas éticas (de las virtudes), las Ideas estéticas, las Ideas matemáticas, y, finalmente, las Ideas de cosas. La teoría de las Ideas fue revisada y criticada por Platón en los diálogos de la etapa crítica, especialmente en el Parménides. Si la Idea es “participada” por las cosas, entonces parece perder su unidad y separación. En cuanto al concepto de “imitación”, conduce al argumento del “Tercer Hombre”. Las cosas grandes, un perro grande o un elefante grande, lo son porque imitan a la Idea de lo Grande. Pero, la idea de lo Grande, ¿es ella misma grande?, sí. Y si es grande es porque a su vez imita a otra Idea de rango superior que también es Grande. Y así hasta el infinito. Aristóteles denominará posteriormente a la Idea “Aristóteles llamará más tarde “causa formal”.

2. Ciencia/verdadera filosofía

Platón distingue dos formas generales de conocimiento: la opinión y la ciencia. Tal distinción se encontraba ya en Parménides, por ejemplo. La opinión es el conocimiento sensible de las cosas del mundo visible, mundo  del devenir. La ciencia sólo puede versar acerca del mundo de las Ideas (o mundo inteligible). La ciencia se divide en dos grados de conocimiento: son la dianoia y nóesisDianoia es la razón discursiva del matemático que se apoya en imágenes visibles, y nóesis es la inteligencia intuitiva propia del dialéctico, que alcanza el verdadero “conocimiento” de las Ideas de forma directa sin el uso de imágenes. La física no fue considerada por Platón como verdadera “ciencia”, pues versa sobre objetos móviles y fue relegada al ámbito de la opinión.

3. Dialéctica

En los primeros diálogos no es sino el método socrático de preguntas y respuestas. Pero a partir de la República experimenta una notable transformación: se convierte en el procedimiento por el que el filósofo accede al “mundo inteligible” y conoce cómo las Ideas se encuentran relacionadas entre sí.

En un famoso pasaje de la República llamado “el pasaje de la línea” Platón distingue dos formas generales de conocimiento: la opinión y la ciencia. La ciencia se divide en dos grados de conocimiento: son la dianoia y nóesisDianoia es la razón discursiva del matemático, y nóesis es la inteligencia intuitiva propia del dialéctico, que alcanza el verdadero “conocimiento” de las Ideas de forma directa sin el uso de imágenes.

Al final del libro VI de la República Platón explica con cierto detalle en qué consiste la dialéctica, estableciendo la diferencia entre el modo como proceden el matemático y el dialéctico. Las matemáticas emplean un método discursivo descendente: parten de una hipótesis y deducen conclusiones, ayudándose de imágenes visibles (dibujos de figuras geométricas). En cambio, la dialéctica emplea un método discursivo ascendente: las hipótesis son – y ése es su sentido etimológico: “peldaños” (algo su-puesto, “puesto-debajo”)- aquello en lo que el dialéctico se apoya para “llegar a un principio no hipotético“. Y para ello no recurre en absoluto a imágenes. Parte de una Idea y asciende hasta la Idea suprema. Ello supone que el Mundo de las Ideas se encuentra jerarquizado, y que la Idea suprema es el primer “principio” cuyo conocimiento hace verdaderamente inteligibles las demás Ideas. En la República esta Idea es la Idea del Bien (la cual es, así, “el sol del mundo inteligible“). Finalmente, el dialéctico emprende el camino inverso: desciende desde la Idea suprema encadenando con ella todas las demás Ideas. De este modo, el dialéctico consigue establecer la comunicación y la trabazón entre las Ideas, adquiriendo una “visión sinóptica” del Mundo inteligible.

4. Opinión

En un famoso pasaje de la República llamado “el pasaje de la línea” Platón distingue dos formas generales de conocimiento: la opinión y la ciencia. La opinión o doxa es el conocimiento sensible de las cosas de este mundo (el mundo visible) y está sujeta a falsedad error. La ciencia o episteme sólo se ocupa del mundo de las Ideas (o mundo inteligible) y sus enunciados nos conducen siempre a la verdad. Platón distingue dos grados de conocimiento en la opinión: Primero, la conjetura oeikasia que se ocupa de las imágenes del mundo: quizá la literatura, la historia y las bellas artes. Lo que todos deben aprender. Segundo, lacreencia o pistis, el estudio de las cosas naturales: la física.

II. Teoría Política/Estado

1. Justicia

“En el alma de cada uno hay las mismas clases que en la ciudad, y en el mismo número” (441c). La estructura de la ciudad se encuentra reflejada en el alma (y viceversa). Es decir, cada estamento de la ciudad se corresponde con una parte del alma, y a cada uno de ellos le corresponde la misma virtud (que está de acuerdo con su función en la ciudad):

PARTES DEL ALMA

CLASES SOCIALES

VIRTUDES

Racional Gobernantes-filósofos Prudencia
Fogosidad Guardianes Valentía 
Apetitiva Artesanos-Labradores Moderación
  • Justicia: Suma de las tres virtudes anteriores. 
  • Armonía (Resonancias matemático-pitagóricas)

2. Estado

La ciudad-Estado (polis) nace como consecuencia de que los individuos aislados no pueden satisfacer sus necesidades vitales. Al reunirse se origina la característica más notoria de la ciudad: la división del trabajo, fundamentada en el hecho de que no todos los seres humanos son iguales, sino que tienen capacidades naturales distintas. Platón distribuye, pues, a los ciudadanos en tres estamentos distintos y jerarquizados: los gobernantes, los guardianes (guerreros)y los artesanoslabradores. Cada uno se encarga de una función distinta: gobierno, defensa y producción.

La ciudad ideal tiene carácter ético: ha de ser una ciudad justa donde los ciudadanos sean virtuosos.

La ciudad ideal platónica es gobernada, pues, por una aristocracia, pero una aristocracia de la virtud y el saber, no de la sangre. Los gobernantes no serán conducidos por la ambición personal y el derecho del más fuerte – como pretendían algunos sofistas- , sino que se inspirarán en la contemplación del orden inmutable de las Ideas. Platón pensaba, por tanto, que “el saber otorga el poder”, pero que éste debe ser ejercido con justicia, no en beneficio propio, sino en el de la ciudad.

Platón no admite ni la riqueza ni la pobreza en el Estado puesto que “ya que una produce el libertinaje, la pereza y el afán de novedades, mientras la otra genera el servilismo y la vileza, además del afán de cambios” (República 422a).Además la riqueza de unos pocos divide la sociedad en pobres y ricos permanentemente enfrentados lo cual provoca la desunión y la debilidad del Estado.

Platón está convencido de que los síntomas que delatan el mal estado de un sistema social son la hipertrofia de la medicina y los tribunales. La utopía platónica aspira a una sociedad donde, gracias a la educación, no hagan falta ni médicos ni abogados o policía.

Rechaza con ironía esa medicina que no cura sino que sirve para alargar eternamente las enfermedades. Platón considera que aquel que enfermase durante largo tiempo debería, si no es capaz de curarse, echarse a morir. La tradición médica que inspira a Platón es la era heroica de la medicina, tal como la pinta Homero. El dios Asclepioinventó el arte de la medicina para los hombres sanos que padecían transitoriamente un daño: se sustentaba en la creencia de que una naturaleza sana se cura por sí misma. Los cuerpos totalmente enfermos, en cambio, el médico debe dejarlos morir, del mismo modo que el juez mata a aquellos hombres que tienen el alma enferma por sus crímenes.

3. Educación

La educación tiene un carácter liberador: debe curar del error (función de la ironía socrática) y dirigir hacia la luz (función de la mayéutica). Sólo eso: no pretende infundir el saber (como los sofistas), sino únicamente orientar en la buena dirección, para que uno lo descubra por sí mismo. Pero el proceso de educación es lento: no es posible mostrar directamente el sol al que procede de la caverna.

4. Gobernante

En la ciudad ideal que Platón presenta en la República la sociedad está dividida en clases atendiendo a la función que cada uno de ellos desempeña en el Estado: los labradores y artesanos producen los bienes (alimentos, vestidos o instrumentos,…) que todos los hombres puedan necesitar; los guardianes o guerreros se encargan de defender el Estado y de mantener el orden interno y, finalmente, los gobernantes deberán promulgar las leyes y establecer justicia. En esta propuesta no democrática y clasista La República entra en una detallada descripción de cómo debe ser la ciudad ideal y, especialmente de como debe ser la educación de los futuros gobernantes.  Los gobernantes deben educarse siguiendo un estricto plan de estudiosa) gimnasia y música en la juventud, ambas educan el alma: la gimnasia, su lado fogoso, y si se combina con música, que cultiva la dulzura, produce, en lugar de la fuerza bruta, la valentía e incita a filosofar. La música incluye, además de los ritmos y armonías, los mitos de Homero. Platón es muy crítico al igual que Heráclito y Jenófanes con la religión oficial pues los dioses de los que habla son demasiado humanos. b) matemáticas y astronomía como iniciación al conocimiento de las Ideas hasta los treinta años y c) dialéctica, conocimiento de las Ideas y de la Idea del Bienotros cinco años. A partir de aquí se ocuparían del estudio práctico del gobierno durante quince años de modo que estarían preparados para gobernar a los cincuenta. Los gobernantes-filósofos, que pueden ser tanto mujeres como hombres, vivirían en comunidad de bienes, parejas e hijos de modo que no tendrían posesiones privadas ni familia, harían las comidas en común como soldados en campaña y podrían dormir con quien quisieran. Deberían proteger las diferencias entre las distintas clases socialesno permitiendo los emparejamientos de individuos de clases diferentes y siendo honestos respecto a la raza de sus propios hijos arrojando entre los artesanos a los propios si así lo mereciesen y ascendiendo a los virtuosos aunque hubiesen nacido de labradores. Además deberán controlar el tamaño de la ciudad de manera que no sobrepase un determinado tamaño y se vuelva incontrolable. Su función principal sería la correcta educación de las otras partes del Estado de modo que los guardianes sean valientes y los trabajadores moderados y todos obedezcan al bien común. Al carecer de intereses privados Platón confiaba en que los gobernantes-filósofos dedicarían su vida al bien común y no al enriquecimiento personal como ocurre en la mayoría de los Estados. Entre esta élite gobernante se elegiría al jefe del Estado, al filósofo-rey. Como dice en el libro V de la República, no habrá justicia en los Estados hasta que no gobiernen los filósofos o los reyes se conviertan a la filosofía.

III. Antropología

1. Hombre

Los presocráticos fueron materialistas. Para ellos el ser humano era un cuerpo animado por un alma -principio de vida- también material. La única excepción son los pitagóricos, y en ellos parece inspirarse Platón, quien defiende una concepción dualista: el ser humano se compone de un cuerpo (material y mortal) y un alma (inmaterial e inmortal), aunque a veces dice que “el ser humano es su alma”. En cuanto al cuerpo humano, Platón mantiene una concepción bastante peyorativa: el cuerpo es un estorbo para el alma, la arrastra con sus pasiones y le impide la contemplación de las Ideas. Por eso, lo mejor que le puede pasar al filósofo es morir, y la filosofía no es sino una “preparación para la muerte”. En el Fedro la unión del alma con el cuerpo se presenta como castigo por algún pecado, y es concebida como una unión puramente accidental (como el piloto en la nave o el músico con su instrumento). En el Timeo el cuerpo, en cambio, es concebido menos peyorativamente, y Platón afirma que puede estar en perfecta armonía con el alma.

2. Alma

La doctrina platónica sobre el alma es bastante fluctuante y recurre con frecuencia a mitos o a explicaciones simplemente probables. Establece una división tripartita del alma, expresión, quizá, de los conflictos éticos y psíquicos que el ser humano experimenta en sí mismo:

  1. el alma racional (nouslogos), inmortal, inteligente, de naturaleza “divina” y situada en el cerebro. “Le corresponde mandar, por ser sabia y tener a su cuidado al alma entera”
  2. el alma fogosa (thymós), fuente de pasiones nobles como la valentía, situada en el tórax e inseparable del cuerpo (por tanto, mortal). Le corresponde ser servidora y aliada del raciocinio para controlar la parte apetitiva.
  3. el alma apetitiva (epithymía), fuente de pasiones innobles como la lujuria, situada en el abdomen y también mortal.

En el Fedro, Platón utiliza una metáfora para aclarar esta división del alma en tres partes. Imaginemos que el alma es uncarro guiado por un auriga y tirado por dos caballos alados: uno negro y contrahecho, otro blanco y perfecto. El auriga y los dos caballos representan las tres partes del alma. El auriga es la parte racional, el caballo blanco es la parte fogosa relacionada con energía y la voluntad y por último el caballo negro representa los apetitos innobles. El auriga debe apoyarse en el caballo blanco para tirar del carro hacia arriba, hacia las Ideas, y no ceder a los impulsos innobles del caballo negro que tiran del él hacia abajo.

La inmortalidad del alma es una de las doctrinas fundamentales de Platón, y constituyó una novedad filosófica. Platón dedica su diálogo Fedón a hacer la demostración. Sin embargo, él mismo reconoce que sus argumentos no son sino probables y que no disipan todas las dudas. Lo mismo sucede con la doctrina de las reencarnaciones sucesivas del alma. Son las siguientes:

  • Compensación de los procesos contrarios. Del mismo modo que lo caliente surge de lo frío y lo rápido de lo lento, así la vida ha de tener su origen en la muerte, pues de lo contrario el universo entero se estancaría.
  • Argumento de la reminiscencia. Sócrates se pregunta cómo podemos decir de dos cosas que son iguales si la percepción de un individuo de que dos maderos son iguales puede diferir de la opinión de otro. A pesar de que en el mundo sensible el concepto de igual se de de manera imperfecta somos capaces de imaginar lo igual en sí mismo. ¿De dónde hemos sacado ese conocimiento? Tenemos que haberlo recordado a partir de las imperfectas imitaciones sensibles de lo igual, y para haberlo recordado eso significa que nuestra alma ha presenciado lo que verdaderamente es antes de unirse a nuestro cuerpo. Este argumento puede afecta no sólo a los conceptos matemáticos como igual, mayor, menor sino también a la belleza, la justicia…
  • Afinidad del alma con las Ideas. Cebes objeta a Sócrates que si bien está claro que el alma existe previamente al nacimiento cómo sabemos que perdurará tras la muerte. Sócrates, irónico, se compadece se su miedo. Para aliviar el miedo de Simmias y Cebes Sócrates elabora otra prueba basada en la afinidad del alma con las Ideas. El punto de partida es la existencia de dos mundos, uno visible y cambiante y otro inteligible e inmutable. Sócrates concluye que mientras que el cuerpo humano pertenece al mundo visible y está condenado a descomponerse el alma es semejante en todo a lo inteligible y, por tanto, habrá de perdurar. Si en Egipto consiguen que tras la muerte el cuerpo se conserve durante años, qué duración no obtendrá el alma para marchar al Hades y vivir con los mejores.
  • Nueva argumentación basada en la exclusión mutua de los contrarios en sí, y en que la idea del alma excluye la idea de muerte. Una vez aclarada la cuestión de cómo los contrarios en sí se excluyen mutuamente Platón construye la última prueba de la inmortalidad del alma. Del mismo modo que la nieve o el tres no pueden seguir siendo lo que son si admiten lo caliente o lo par, Sócrates afirma que el alma no puede admitir la muerte

Su teoría del alma es también de algún modo dualista: hay una parte inmortal del alma, y el resto es mortal y ligado al cuerpo. Según el Timeo, el alma racional ha sido creada directamente por el Demiurgo con los mismos elementos que el Alma del Mundo. Se afirma así su inmortalidad y su carácter “divino”, es decir, su similitud con el Mundo de las Ideas (lo que le da la posibilidad de conocerlas).

IV. Metafísica/Realidad

1. Ámbito inteligible/Ámbito sensible

Según el mito de la caverna, el ámbito inteligible es el mundo de las Ideas que gozan de las características del Ser de Parménides: cada Idea es únicaeterna e inmutable. El alma, antigua habitante del mundo inteligible, puede acceder al conocimiento de las Ideas y alcanzar así la ciencia verdadera.

Se opone al ámbito sensible que es un mundo aparente, en continuo devenir, como expone Platón en su diálogo Crátilo siguiendo los planteamientos de Heráclito. De este mundo sensible sólo podemos alcanzar a tener opiniones y no verdades absolutas.

V. Ética

1. Bien

Frente al relativismo sofista expresado claramente en el aforismo de Protágoras “el hombre es la medida de todas las cosas”, Platón defiende la existencia de esencias inmateriales y eternas que se corresponden con la Belleza o la Justicia en sí misma. A estas esencias las llamó Ideas. Las ideas están jerarquizadas de modo que la Idea del Bienes la idea supremaDependiendo de ella se encuentran las ideas éticasestéticasmatemáticas y, finalmente, de las cosas.

Platón no alcanza a definir la naturaleza del bien en sí. Sin embargo, en la República, afronta el problema recurriendo a una alegoría conocida como la alegoría del Sol. La contemplación, en la dialéctica platónica, es la función espiritual que permite ver en lo múltiple la unidad de la idea. Pero como el camino dialéctico que conduce a la idea del bien, al llegar a su última parte, ya no puede ponerse por escrito, lo sustituye por una analogía con el mundo visible. Lo eternamente bueno, nos dice, revela su esencia en su hijo, el supremo dios visible del cielo, Helios, el Sol. En este mundo visible, el sol es la fuente de luz y, por tanto, la causa de toda visión o conocimiento. En el mundo inteligible la Idea del Bien es la causa del conocimiento y la verdad: sólo nos apartamos de la oscuridad de las opiniones cuando la luz del Bien ilumina nuestro conocimiento. Además, del mismo modo que en el sol en el mundo visible es causa del nacimiento, el desarrollo y la nutrición, en el mundo inteligible el Bien otorga el ser a las demás Ideas.

La Idea del Bien es la que debe guiarnos tanto en los asuntos “privados como públicos“. Esto quiere decir que tanto en los asuntos de la moral individual, de la virtud, como de la política la Idea de Bien debe ser nuestra guía. Aquellos que llegan a conocer la idea del bien, mediante la dialéctica, llegarán a ser virtuosos y, por tanto, gobernantes ideales.

Platón hace un planteamiento teleológico del mundo (el mundo se ajusta a un diseño adecuado a la Idea del Bien) que contrasta  con el mecanicismo y el azar presentes en la cosmovisión de Demócrito.

Las interpretaciones acerca de la entidad de la Idea de Bien son diversas. Los pensadores griegos anteriores a Platón habían concebido a su principio supremo, ya fuese material o espiritual, como una divinidad. Aunque la filosofía griega con su descubrimiento de la physis es el origen de la ciencia no conviene olvidar también su componente religioso. Especialmente, la Idea del Bien sólo es entendible sobre este trasfondo teológico.

Otra característica interesante de la Idea del Bien está relacionada con la influencia pitagórica. Llama la atención la relación que existe entre la Idea del Bien y la “medida justa“. El bien es la medida de todas las cosas. La belleza de una estatua se debe a su respeto a una proporción matemática adecuada, la sección áurea.

2. Excelencia/virtud

El conocimiento, sirviéndose de la dialéctica y del amor, es el camino hacia las Ideas. Pero por sí solo no basta: necesita, además, la virtud, la única que puede enseñarle el camino hacia el Bien y la Justicia. Por otra parte, ningún ser humano aislado tiene capacidad para ser bueno o sabio. Para ello necesita a toda la comunidad política, al Estado. En la práctica, esto significa que sólo la virtud y el Estado hacen posible el acceso a las Ideas, aunque sean las Ideas el fundamento último de la virtud y del Estado. Esta especie de círculo conceptual culmina la filosofía platónica, que tiene una clara intención ética y política, como dijimos.

Tres perspectivas sobre la virtud en Platón (que no son excluyentes entre sí):

  1. Virtud como sabiduría: Es el concepto socrático, que Platón nunca llegó a abandonar por completo. Pero quien adquiere esta virtud alcanza, según Platón, un “saber” de orden superior: se trata del conocimiento de las Ideas de Bien, Justicia, Valor, Piedad y Belleza, que representan la cumbre del alma humana. De esta manera intenta Platón superar el relativismo en relación con la virtud que sostenían los sofistas. Estaba convencido de que existe lo Justo-en-sí, y que no depende de culturas ni tradiciones o sociedades. Además, intentó unificar todas las virtudes en la Idea del Bien.
  2. Virtud como purificación: Tanto en el Fedro como en el Fedón, el hombre virtuoso es aquel que purifica su alma de las pasiones y prescinde cada vez más del cuerpo para poder acceder mejor al Mundo de las Ideas. Es un concepto de virtud cargado de resonancias pitagóricas. Pero en el Filebo (donde se discute si el sumo bien es el conocimiento o el placer) Platón admitirá que la vida buena y virtuosa es una vida mixta en la que hay que saber aceptar el placer con moderación.
  3. Virtud como armonía: En la República Platón define la justicia -virtud fundamental- como armonía. En efecto, consiste en “el acuerdo de las tres partes del alma, exactamente como los tres términos de una armonía: el de la cuerda grave, el de la alta y el de la media (443d). La armonía surge en el alma cuando “cada parte hace lo que le es propio” (441e), de tal manera que “dominen o sean dominadas entre sí conforme a naturaleza” (444d). Lo cual significa que la parte racional (siendo prudente) debe guiar a la parte fogosa (que deberá ser valiente), y ambas dominar a la apetitiva (que será, así, moderada). El que lo consiga será armonioso y justo. Por eso la virtud es la “salud, belleza y bienestar del alma” (444e), y la justicia es la armonía del ser humano. Tenemos aquí, formulada por primera vez, la división de la virtud en cuatro categorías fundamentales: prudenciafortaleza y templanza(correspondientes a las tres partes del alma), y justicia (como la armonía que resulta así en el alma virtuosa).

Bibliografía

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