Sin duda alguna, cada vez es más fácil obtener información pública y objetiva sobre la calidad de las universidades. En este sentido los rankings a priori son una buena herramienta. Lo malo es que cada clasificación se basa en criterios muy distintos (y los criterios casi nunca son fáciles de encontrar); no hay más qué ver lo que dice wikipedia para hacerse cargo de la disparidad de opiniones. En España el estudio más detallado lo llevó a cabo la Autónoma de Barcelona, pero ya empieza a tener unos años.
Todavía queda mucho para que los criterios de todos los rankings sean transparentes y, lo que es más importante, estén directamente ligados los parámetros objetivos que dan calidad a una universidad.