Poesía para alumnos

por | 13 de junio de 2020

Guión para desarrollar una serie de clases para que los alumnos comiencen a escribir poesía. Esta pensado para un profesor de Filosofía que explica metafísica, pero puede valer con pequeñas modificaciones para uno de Lengua.

CLASE 1

El asunto es difícil y apasionante. Pueden salir cosas chulas. Será clave desde el inicio la puesta en escena. Preparar el ambiente en el aula o el sitio donde se dé clase. Quizá se puede empezar leyendo alguna poesía en la que quede muy bien reflejado en imágenes algo que tú estés intentando transmitirles en la asignatura. Por ejemplo, un profesor de metafísica, puede llevar un poema esencial de la última etapa de Juan Ramón Jiménez, o los poemas breves de carácter filosófico de Antonio Machado, también de la última etapa.

Hay que hacerles ver cómo la poesía arroja luz con un lenguaje diferente a las intuiciones intelectuales que elaboramos en nuestro cerebro, y consigue que dejen huella en el corazón, en la esfera de los sentimientos. Por ejemplo, se puede utilizar algún poema de san Juan de la Cruz en el que el poeta hable en los versos sobre algún concepto que la teología desarrolla de manera más fría.

Es clave que el profesor recite en clase y cada alumno tenga el/los poema/s delante, fotocopiados. Que tengan un lápiz a mano, y que mientras recitas marquen las imágenes o versos que les hayan llamado la atención, aunque no sepan explicar por qué. Tampoco hay que dar repuesta a todo. Sólo que intuyan la claridad y la fuerza de algunas palabras, de algunas imágenes, ya es mucho.

Es calve la lentitud. Leer varias veces en alto. Manosear los versos, delicadamente, pero sin ñoñerías.

Para hablar de poesía a iniciados ayuda mucho apoyarse en la música. Poner algo de música de fondo. En el fondo se consigue que confluyan varios caminos que se dirigen a desvelar la belleza. Música y poesía. La poesía bastaría para dejarse sorprender por la Belleza; pero al inicio puede ayudar que confluyan varios caminos. Como cuando uno se va a leer poesía delante de un paisaje precioso. Eso también ayuda al inicio.

Recomiendo este canal de un pianista casero, que compone música muy tranquila, ideal para poner de fondo, dar relieve y que no distraiga del texto.

A modo de introducción se puede leer la poética de algún autor. Por ejemplo la de Salina de 1931.

   «La poesía existe o no existe; eso es todo. Si es, es con tal evidencia, con tan imperial y desafectada seguridad, que se me pone por encima de toda posible defensa, innecesaria. Su delicadeza, su delgadez suma, es su grande invencible corporeidad, su resistencia y su victoria. Por eso considero la poesía como algo esencialmente indefendible. Y, claro es, en justa correlación, esencialmente inatacable. La poesía se explica sola; si no, no se explica. Todo comentario a una poesía se refiere a elementos circundantes de ella, estilo, lenguaje, sentimientos, aspiración, pero no a la poesía misma. La poesía es una aventura hacia 1o absoluto. Se llega más o menos cerca, se recorre más o menos camino; eso es todo. Hay que dejar que corra la aventura, con toda esa belleza de riesgo, de probabilidad, de jugada. «Un coup de dés jamais n’abolira le hasard.» No quiere decir eso que la poesía no sepa 1o que quiere; toda poesía sabe, más o menos, lo que se quiere; pero no sabe tanto lo que se hace. Hay que contar, en poesía más que en nada, con esa fueza latente y misteriosa, acumulada en la palabra debajo, disfrazada de palabra, contenida, pero explosiva. Hay que contar, sobre todo, con esa forma superior de interpretación que es le malentendu. Cuando una poesía está escrita se termina, pero no acaba; empieza, busca otra en sí misma, en el autor, en el !ector, en el silencio. Muchas veces una poesía se revela a sí misma, se descubre de pronto dentro de sí una intención no sospechada. Iluminación, todo iluminaciones. Que no es lo mismo que claridad, esa claridad que desean tantos honrados lectores de poesías. Estimo en la poesía, sobre todo, la autenticidad. Luego, la belleza. Después, el ingenio. Llamo poeta ingenioso, por ejemplo, a Walter Savage Landor. Llamo poeta bello, por ejemplo, a Góngora, a Mallarmé. Llamo poeta auténtico, por ejemplo, a San Juan de la Cruz, a Goethe, a Juan Ramón Jiménez. Considero totalmente inútiles todas las discusiones sobre el valor relativo de la poesía y de los poetas. Toda poesía es incomparable, única, como el rayo o el grano de arena.

   Mi poesía está explicada por mis poesías. Nunca he sabido explicármela de otra manera, ni lo he intentado. Si me agrada el pensar que aún escribiré más poesías, es justamente por ese gusto de seguir explicándome mi Poesía. Pero siempre seguro de no escribir jamás la poesía que 1o explicará todo, la poesía total y final de todo. Es decir, con !a esperanza ciertísima de ir operando siempre sobre lo inexplicable. Esa es mi modestia.»

O esta otra de Dámaso Alonso:

La poesía es un fervor y una claridad. Un fervor, un deseo íntimo y fuerte de unión con la gran entraña del mundo y su causa primera. Y una claridad por la que el mundo mismo es comprendido de un modo intenso y no usual.
Este fervor procede del fondo más oscuro de nuestra existencia. El impulso poético, por su origen y dirección, no está muy lejano del religioso y del erótico: con ellos se asocia frecuentemente.
Poeta es el ser humano dotado en grado eminente de este fervor y esta claridad y de una feliz capacidad de expresión.
Poema es un nexo entre dos misterios: el del poeta y el del lector.
El objeto del poema no puede ser la expresión de la realidad inmediata y superficial, sino de la realidad iluminada por la claridad fervorosa de la Poesía: realidad profunda, oculta normalmente en la vida, no intuible, sino por medio de la facultad poética, y no expresable por nuestro pensamiento lógico.
Históricamente, se da con mucha frecuencia el «falso poema», expresión lógica de la realidad superficial. Esos «falsos poemas» tienen a veces un valor retórico (Ayer don Ermeguncio, aquel pedante… -Cuando recuerdo la piedad sincera…).
Mecanismo de la producción poética. En el poeta, excitado por algún objeto de la realidad, se produce una conmoción de elementos de su profunda conciencia. El poeta siente el deseo de la creación artística: fijar aquel momento suyo, hacerlo perenne. Resuelve en palabras los elementos de su profunda conciencia, elimina los menos significativos, los enlaza por medio de un número mayor o menor de elementos lógicos y no poéticos… (El automatisno no ha sido practicado ni aun por sus mismos definidores.)
El poema ya está creado. Y ahora su virtualidad consiste en producir en el lector una conmoción de elementos de conciencia profunda igual o semejante a la que fue el punto de partida de la creación, hacer que el hombre volandero se abstraiga un momento en la velocidad de su camino, hacerle comprender bellamente el mundo, comprenderse a sí mismo y comprenderlo todo.

Después de haber explicado en clase unos minutos el lenguaje poético (sin nada técnico, sin respuestas para todo) se pueden leer algunos poemas que estén cerca del ejercicio que pretendes que ellos hagan: mirar alrededor y que las cosas hablen, sugieran, inciten.

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Ejemplos de poemas de autores contemporáneos para hablar sobre la presencia de Dios en la materia.

NOCTURNO, Jesús Montiel

¿Qué misteriosa ley ha permitido
a los ojos del hombre habituarse
a noches como ésta con sus astros
vibrando sobre el mapa y nuestras vidas?
Es extraño tener que recordarme
la dicha de estar vivo para no
desatender el don de la presencia
En un instante así como el de ahora,
obligarme a salir
del santuario gris de la costumbre
para asomar el corazón sediento
a este paisaje negro y reanimarlo
con la copla del grillo.
Entonces me estremece un sentimiento
poderoso de chocante gratitud,
como si el mundo fuera una gran fiesta
a la que todos somos invitados
y su anfitrión un Dios que nos seduce.

Impresionante. Se le puedes sacar mucha punta. Para que aprendan a perforar la realidad para que despierte en ellos ese «sentimiento poderoso de chocante gratitud», para vislumbrar al «Dios que nos seduce».

Este segundo es de Carlos Javier Morales

VERANO EN Co. MEATH (IRLANDA)
Cada día los pinos de este prado
tienen más sed de altura.
¿Quién los mantendrá firmes
en medio de la lluvia y de los vientos
que, incluso en el verano,
ponen a prueba todo su equilibrio?

Cada día los pinos de este prado
parecen aún más firmes que mi fe.
Ellos también esperan
ser elevados pronto hacia el prado más alto
de la casa del Padre.

Muy bueno y sencillo, me parece. Simple en su desarrollo. La idea es clara, y creo que también ayuda al propósito de la clase.

MAPA DEL TIEMPO, Sergio Navarro.

No pertenece a su estación el aire
que sopla en esta noche bienvenida,
extraviada a mitad del año y que ahora
vuelve a encontrar un sitio en este mes.
Regresa aquí su bendición de brisa
que refresca al paseante solitario.
Como si Dios templase con su soplo,
con sus labios de madre cuidadosa,
la ardiente cucharada de esta tierra.

Muy muy bueno. «Como si Dios templase con su soplo, con sus labios de madre cuidadosa, la ardiente cucharada de la tierra». Magnífico.

Es clave que se lancen, tras estos ejemplos, a escribir las primeras imágenes que se les vengan a la cabeza para expresar un concepto, sin pensarlo ni buscar demasiado. La primera intuición, la primera figura, el primer fogonazo. A veces salen cosas magníficas.

Como en la escena del club de los poetas muertos, te acuerdas? Justo eso. Justo eso. Está ahí dentro, sale, sale sin pensar demasiado, sin detenerse a si es o no es una imagen bonita. Basta con que sea VERDADERA. Es brutal. Mira.

Puede ayudarte a explicar lo que quieres que ellos hagan.

CLASE 2

Es muy positivo llevárselos al exterior a que escriban, pues hasta ahora hemos estado dentro del aula.

Invítales a que salgan «sueltos» e interiormente desgarbados. No sé cómo decirlo. Papel, lápiz y frescura. Si ayuda, que vayan con los auriculares para seguir con el piano de fondo. Puede ser inspirador para los más rudos. Pero no hace falta.

Tendrán que esperar unos minutos o bastante tiempo antes de que puedan escribir algo. No pueden forzar. Tienen que esperar hasta que el alma comience a hablar a través de las cosas que contemplan, hasta que el alma y la realidad se hagan eco, entren en sintonía y se llamen una a la otra. A veces se comienza con una sola palabra.

Puerto

Puerto de sauces

naufragio renovado de veranos sin nosotros

dónde silban ahora sus labios?

Que se pongan a escribir, sin más. Y va saliendo todo. Que no se frenen cuando llegue una palabra. Que escriban. Son los primeros balbuceos necesarios. Luego va surgiendo, va surgiendo. Ya tacharán después. O no. Que sean palabras verdaderas, palabras que están ahí, que vienen.

A ver qué sale. Se ha visto de todo en «experiementos» así. Mola mucho.

Quizá no haga falta recoger lo que hayan escrito en ese momento. O sí. Si alguien quiere llevárselo para continuar dando rienda suelta, déjale. El riesgo en ese caso es que no quiera dártelo más tarde, pero bueno.

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Por último, me parece muy importante que recomiendes algunos poemas para leer durante esos días. Insistirles en que lean despacio, despacio, y varias veces el mismo poema. Que se lo lean a sí mismos en voz baja cuando estén solos en la habitación (eso funciona muy bien!).

Puedes recomendarle cosas sencillas y sublimes: Algunos de Bécquer, Machado, Salinas, Damaso, Gerardo Diego. Con esos triunfas seguro. En cualquier antología de poesía española seguro que encuentras algunos que te sirvan. Basta con que les recomiendes cinco o seis para que los trabajen y disfruten.

No hace falta que el profe sea carismático, te lo aseguro. Solo hace falta que sea verdadero, que contagie serenamente una convicción, sin más.