Un existencialista ateo escribe una pieza sobre el nacimiento de Cristo

por | 10 de marzo de 2017

“Barioná, el hijo del trueno» de Jean-Paul Sartre

portada_barionaDe los variados escritos de Jean-Paul Sartre, rara vez se menciona esta pequeña pieza teatral. Cuenta la historia de Bethaur, un pueblecito cercano a Belén, pisoteado hasta la agonía por la dominación de Roma. Ante un panorama tan desolador, su jefe Barioná convoca a los hombres del pueblo y les invita a combatir al enemigo romano con una opción rotunda: no tener más hijos, abandonando así toda esperanza. Pero son días extraños, en los que se extiende por esas tierras un olor a primavera en mitad del invierno, un repiqueteo de cencerros, el tenue gemido de la naturaleza expectante.

El solo trasfondo histórico que subyace a esta obra es un aliciente para su lectura: un existencialista ateo que escribe una pieza sobre el nacimiento de Cristo. La Navidad de 1940 fue especialmente fría para los franceses; especialmente para Satre, prisionero en el Stalag 12D en Tréveris (Alemania) junto con otros tantos soldados, capturados tras la derrota de Francia a manos del Tercer Reich. Lo que ninguno esperaba es que el joven existencialista escribiría un Misterio sobre la Navidad para ser representado antes de la Misa del Gallo. Años después, el ateísmo militante de Sartre le llevó a justificar esta obra. En las palabras de quien reconocía el existencialismo como ‘un humanismo’ se esconde la posibilidad de que el cristianismo también pudiera serlo: “Se trataba simplemente, de acuerdo con los sacerdotes prisioneros, de encontrar un tema que pudiera hacer realidad, esa noche de Navidad, la unión más amplia posible entre cristianos y no creyentes”.

Por otra parte, el singular ateísmo que está detrás de Barioná es la feliz garantía de que el autor no buscaba entregar a su público una moralina envuelta en ropajes teatrales. Al contrario, Sartre articula una narración sólida, con personajes de gran fuerza, cuyo conflicto dramático gira en torno a la decisión más radical a la que puede aspirar la libertad humana: aceptar la esperanza o rechazarla.

Las escenas navideñas, muchas referidas de soslayo, son retratadas con la originalidad de quien no solamente las conoce, sino que las ha hecho resonar en su interior; si bien no les ha abierto la puerta de la fe, sí la de la imaginación. Entre ellas destaca por su viveza el anuncio del ángel a los pastores: un ángel pálido como la muerte, que tirita de frío porque “hay en el cielo un gran vacío y una gran espera”. También es llamativo el asombro y la ternura con que el narrador describe cómo María cuida del Niño:

Hay también otros momentos, rápidos y fugaces, en los que siente, a la vez, que Cristo es su hijo, es su pequeño, y es Dios. Le mira y piensa: “Este Dios es mi niño. Esta carne divina es mi carne. Está hecha de mí. Tiene mis ojos, y la forma de su boca es la de la mía. Se parece a mí. Es Dios y se parece a mí”. Y ninguna mujer, jamás, ha disfrutado así de su Dios, para ella sola. Un Dios muy pequeñito al que se puede estrechar entre los brazos y cubrir de besos. Un Dios calentito que sonríe y respira, un Dios al que se puede tocar; y que vive. Es en uno de esos momentos como pintaría yo a María si fuera pintor.

Jean-Paul Satre (1905-1980) fue filósofo, novelista, dramaturgo y activista político. En 1964 se le concedió el Premio Nobel de Literatura, pero lo rechazó explicando que ninguna institución podía mediar entre el hombre y la cultura. Sus primeros escritos –como El ser y la nada (1943)– son de cuño existencialista, heredero de Heidegger, mientras que su segunda etapa es cercana al marxismo. Entre sus obras de ficción sobresalen la novela La nausea (1938) y la pieza teatral Las moscas (1943).

Palzol

DATOS DEL LIBRO

Título – Barioná, hijo del trueno

Autor – Jean-Paul Sartre

Editorial – Voz de Papel

Páginas – 200

Precio – 12 euros

Lugar y año de publicación – España, 2004

ISBN – 9788496471252